Cultivando una red de iniciativas de food sharing en Europa

Cultivando una red de iniciativas de food sharing en Europa

Desde Espigoladors nos sumamos al proyecto Cultivate, liderado por el Trinity College of Dublin, que aglutina universidades, ayuntamientos e iniciativas alimentarias comunitarias de 9 ciudades europeas con el objetivo de ser motor de innovación en el ámbito del “food sharing” para contribuir a la construcción de sistemas alimentarios locales más sostenibles y resilientes.

El 23 de marzo se dio inicio al Proyecto Cultivate desde la sede del Trinity College of Dublin, universidad que lo lidera y que ha sido capaz de aglutinar universidades, ayuntamientos e iniciativas alimentarias comunitarias de toda Europa para generar herramientas innovadoras y necesarias para hacer frente a la falta de sostenibilidad y equidad que los sistemas alimentarios urbanos y periurbanos sufren y que los hace vulnerables a las crisis a las que debemos habituarnos cada vez más.

Las iniciativas alimentarias comunitarias (food sharing initiatives) han tenido como eje conductor las problemáticas descritas, entendiendo food sharing como todo acto comunitario a lo largo de la cadena alimentaria. Cultivate, en este sentido, propone crear una aproximación coral, con diferentes actores implicados, a fin de crear una plataforma de innovación social virtual que apuntale y ayude a crecer las iniciativas alimentarias comunitarias. Por eso se cuenta con la participación de gestores públicos, investigadores e investigadoras, agentes que participan en la cadena alimentaria, representantes de iniciativas alimentarias comunitarias y de la ciudadanía.

Esta plataforma prevé incorporar una herramienta de mapeo que reúne las diferentes iniciativas de cien ciudades europeas (SHARECITY100 DATABASE – SHARECITY) ya existente, pero esta vez ampliándola a doscientas. Otra herramienta interesante que se plantea formular en el marco del proyecto es una calculadora de costes, beneficios e impactos de las iniciativas alimentarias comunitarias. Para la implicación de los gestores públicos y actores políticos Cultivate plantea una herramienta interactiva (menu of good governance) que permita mejorar la toma de decisiones en el ámbito de política alimentaria que afectan a las iniciativas alimentarias comunitarias. Otra herramienta que se prevé desarrollar durante la ejecución del proyecto es una biblioteca de participación ciudadana (Library of Citizen Engagement) con mecanismos tanto virtuales como presenciales para intensificar la participación ciudadana en proyectos sostenibles de food sharing.

¿Y todo este paquete de herramientas que se plantea desde Cultivate, para qué? Pues el primer objetivo es ampliar el conocimiento y comprensión sobre el food sharing, qué impide o potencia estas prácticas, y qué impacto tienen en la gente, en el planeta y en las economías de las zonas urbanas y periurbanas. Cultivate pretende también, como segundo gran objetivo, fortalecer las economías basadas en food sharing en estas zonas. Por último, prevenir y reducir el desperdicio alimentario.

Participan del proyecto ayuntamientos, universidades e iniciativas alimentarias comunitarias de nueve ciudades europeas. Empezando por la coordinación del Trinity College of Dublin, que ya tiene una larga trayectoria en el estudio de cuestiones relacionadas con la alimentación comunitaria, se suman a nivel académico la Wageningen University, que cuenta con una importante especialización en estudios relacionados política alimentaria y el derecho alimentario siendo referente en estos campos, y finalmente en el mundo universitario destaca la Universidad de Barcelona, ​​que con la reconocida investigadora, con beca Ramon y Cajal, Anna Moragues se convierte también una universidad referente en el estudio de la seguridad alimentaria, las desigualdades que genera el modelo alimenticio vigente y en política alimentaria. Por lo que respecta a los ayuntamientos, destacamos la presencia de Milán, ciudad que acogió el Pacto de políticas alimentarias urbanas y que actualmente cuenta con una concejalía innovadora en política alimentaria; Barcelona, ​​que en los últimos años se ha posicionado como ciudad referente en políticas urbanas encaminadas a la sostenibilidad alimentaria; y Utrecht, que actualmente cuenta con una estrategia para la vida urbana saludable en la que la política alimentaria es uno de los ejes vertebradores. Por último, encontramos diversas iniciativas alimentarias como Bouroume, con sede en Atenas, que impulsa un proyecto de recuperación de excedentes alimentarios para destinarlo a las entidades sociales que trabajan en Grecia. Además, con la colaboración de Espigoladors, han empezado a estudiar la posibilidad de espigar en zonas agrícolas griegas.

Pues sí, desde Espigoladors también “cultivamos”, formando parte de este estimulante proyecto como iniciativa comunitaria alimentaria innovadora con la recuperación del espigueo como actividad de food sharing única a nivel europeo. Nuestra participación en el proyecto permitirá no sólo evaluarla, sino también poder consolidar las bases para su expansión en otras ciudades europeas. Así lo deseamos, porque estamos convencidos de que espigar es una actividad pionera para la lucha contra las pérdidas y el desperdicio alimentario y para la sensibilización en favor de un modelo alimentario más sostenible y justo.

Más información del proyecto en: cultivate-project.eu/

Josep Lluís Escuer: «Hay que acabar con las prácticas desleales y el fraude en el mercado agroalimentario»

Josep Lluís Escuer: «Hay que acabar con las prácticas desleales y el fraude en el mercado agroalimentario»

Josep Lluís Escuer es representante de la Cooperativa agraria Fru-Rose (Lleida) y miembro del Consejo Rector de la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC) en el ámbito de los suministros. Además, también representa a esta organización en la Comisión de Despilfarro y Sostenibilidad del Consejo Catalán de la Alimentación y la Comisión Asesora del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), entre otros. Esta vinculación con el campo le viene de lejos: él mismo es productor e hijo de productores de melocotón, nectarina, paraguayo y pera.

Después de un 2020 difícil por culpa del coronavirus, el campesinado local sigue afrontando retos no menos complicados: la globalización del mercado, disminución de los ingresos, cambio climático, especies invasoras, etc. Hablamos con Escuer de la situación actual la agricultura local y de las claves para poder seguir manteniéndola en el futuro.

P: Josep Lluís, tú mismo eres productor de fruta dulce: melocotón, paraguayo, nectarina… ahora que estamos en plena temporada, ¿Cuál es tu valoración hasta ahora?

R: La verdad es que esta campaña no es muy buena: este año hay poca producción debido a las heladas de primavera. Está siendo una cosecha accidentada, de calidad un poco deficiente… es una de esas campañas que nos gustaría terminar cuando antes, mejor.

P: ¿Qué quiere decir con «deficiente»?

P: Quiero decir que nos encontramos con huesos abiertos, picaduras, calibre pequeño, deformaciones, Russeting -marcas y rugosidades de la piel-… es decir, defectos que provocan que al final la fruta no se venda. Para que os hagáis una idea del impacto: en condiciones favorables en mis campos se pueden llegar a producir unas 300 toneladas de fruta y este año creo que apenas llegaremos a hacer 150.

Fruto doble.

P: Hay estudios que atribuyen estas heladas al cambio climático. ¿Qué cambios has notado en el campo en los últimos años relacionados con el calentamiento global?

R: El cambio climático se hace notar de forma importante cada día, y cuando lo vemos más es en el momento de la floración y la cosecha: estos procesos ocurren cada vez más pronto por culpa de las altas temperaturas. Por otra parte, las tormentas de verano, las granizadas y los temporales provocan unos estragos de miedo: tengo compañeros de la zona de Torroella de Montgrí que, por culpa del Gloria ¡llegaron a sufrir inundaciones de hasta un metro y medio en sus campos de manzanos!

P: ¿Hay posibilidad de adaptarse a esta nueva realidad?

R: Evidentemente, y por eso estamos trabajando conjuntamente con instituciones como el IRTA para conseguir variedades de plantas más adaptadas al cambio climático: las especies capaces de resistir las altas temperaturas y la falta de riego son las más buscadas. Desgraciadamente, no tengo claro si conseguiremos adaptarnos a este cambio lo suficientemente rápido…

P: ¿El cambio climático es el principal problema del campesinado?

R: ¡Qué va! Uno de los principales problemas que tenemos es la falta de entendimiento entre las administraciones y el campo; creo que todavía los gobiernos no son conscientes de la situación real. Por ejemplo: en los discursos a menudo oímos hablar de «producción ecológica» y es algo que suena muy bien, pero la realidad es que cada vez contamos con menos productos para poder combatir unas plagas que, en parte por culpa del cambio climático, son cada vez más agresivas. Dentro de pocos años me temo que habrá producciones que no puedan salir adelante porque la mayor parte de la cosecha se habrá perdido por culpa de unas plagas que no podremos controlar.

La solución es escuchar a quienes trabajamos la tierra, ya que la conocemos de primera mano. Y evidentemente nunca renunciaremos a la sostenibilidad… somos los primeros a los que nos interesa cuidar el medio ambiente, ya que dependemos de él para poder vivir.

P: Desde entidades, instituciones, grupos ambientalistas… insistimos mucho en la necesidad de consumir producto de proximidad y en la problemática que las importaciones causan tanto a nivel económico como ambiental. Pero, ¿actualmente Cataluña tiene suficiente suficiencia alimentaria? ¿Es viable limitar o prohibir las importaciones?

R: Yo pienso que Cataluña puede ser un país capaz de abastecerse perfectamente; tenemos fruta, carne, vinos, trigo… ¡prácticamente no nos falta de nada! Además, en temas agrarios, hemos demostrado ser un país con tradición pionera: fuimos la primera Comunidad Autónoma que tuvo una consejería de medio ambiente. El problema es que nunca hemos sido capaces de transformar todo este esfuerzo en un valor añadido que lo compense.

Por otra parte, yo creo que «prohibir» las exportaciones quizás sería demasiado radical; lo único que pedimos es que, como mínimo, podamos competir en las mismas condiciones. Esto ahora no está pasando y he aquí un ejemplo: durante las negociaciones para aprobar la nueva PAC, en Bruselas, desde las cooperativas insistimos muchísimo en que se apliquen los mismos criterios de producción -ya bastante exigentes- los productores de países de fuera de la Unión Europea… ¡y al final no han querido! Es decir, que a nosotros nos prohíben utilizar productos y técnicas para, supuestamente, preservar la calidad, la trazabilidad y la sostenibilidad, pero luego se permite la entrada de producto de fuera sin control. Y nosotros, además, pagamos las consecuencias: sea en forma de caída de precios por saturación del mercado o sea en forma de especies invasoras en nuestros campos.

P: Últimamente estamos viendo noticias muy preocupantes en relación al campo: productores que tiran alimentos como acción desesperada de denuncia, agricultores que se ven obligados a poner sus campos a la venta y, incluso, hechos tan graves como el incremento de suicidios entre el campesinado en algunos países como Francia. ¿Cuáles son las causas de este fenómeno?

Iniciar y mantener una nueva empresa agraria, para un pequeño productor, es una tarea imposible: levantarla y mantenerla equivale a una fortuna que al final no sirve para nada. Las grandes cadenas de distribución ganan mucho dinero realizando prácticas desleales y obligando al productor a vender la fruta a un precio ridículo. ¡A mí hace un par de años me llegaron a pagar sólo 18 céntimos por un kilo de fruta! Nos estamos arruinando.

Así las cosas, ¿Quién toma el relevo después? El resultado es que hay fincas y campos abandonados o que acaban en manos de fondos buitre y sirviendo a los intereses de la industria especulativa.

Melocotones.

P: Como pequeño productor, ¿Cuál es la hoja de ruta a seguir para asegurar el futuro de la agricultura local?

La clase política debe ser consciente de la tarea que hacemos en el mundo rural: campesinado somos los «jardineros y jardineras» del territorio y somos quien produce los alimentos para la población. A nosotros nos gustaría ganarnos la vida sin ninguna ayuda, pero desgraciadamente en el contexto actual no tenemos más remedio que depender de ella. Si las administraciones quieren que seguimos haciendo cultivos comprometidos y sostenibles necesitamos más ayudas para que, hoy por hoy, no ganamos lo suficiente para mantenernos.

Por otra parte tengo claro que hay que acabar con las prácticas desleales y el fraude en el mercado agroalimentario. Si es evidente que los productores estamos vendiendo por debajo de coste, por qué no se hace nada para evitarlo? El único control que hay es lo que ejercemos los pequeños productores y productoras de forma autónoma, y ​​eso nos hace sentirnos abandonados.

Y por último hay que impulsar dietas sanas y saludables entre la población, porque ahora mismo en nuestro mercado hay poca demanda de fruta y verdura. ¿Sabías que en Italia consumen 8 veces más fruta y verdura que en España? Necesitamos comer más fruta y verdura fresca y de proximidad.

P: En los últimos años también has ejercido de representante la Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña (FCAC) en el proceso de elaboración de la Ley 3/2020, de prevención de pérdidas y desperdicio alimentarios en Cataluña. Hace ya más de un año que la ley se ha aprobado; ¿Cuál es tu balance?

R: Creo que esta ley constituye un punto de partida muy bueno de cara a luchar contra las pérdidas y el desperdicio en toda la cadena alimentaria. Aún así creo que acaba de empezar y aún hay que desarrollarla mucho más: se deben implementar mecanismos de control en todos los eslabones de la cadena alimentaria, no sólo en el campo. Por otra parte, hay que establecer más alternativas para toda esta fruta y verdura excedente como por ejemplo la transformación… o bien canalizarla para que llegue a las familias que lo necesitan, como se hace desde Espigoladors. Ahora bien, tal y como comentaba antes, hay que ir a la raíz del problema si realmente queremos provocar un cambio en la tendencia actual.

Food Relations: cocina de aprovechamiento, interculturalidad y empoderamiento

Food Relations: cocina de aprovechamiento, interculturalidad y empoderamiento

Este mes de julio concluyó la tercera edición del Food Relations, un programa europeo impulsado por la ONG ABD y en el que la Fundación Espigoladors hemos colaborado haciendo talleres de cocina intercultural y de aprovechamiento. El objetivo del programa es la inserción social y laboral de mujeres migrantes y refugiadas en riesgo de exclusión social del barrio de Sants; las actividades se desarrollaron en los fogones de la cocina del recinto de Can Batlló, un espacio referente en proyectos alternativos y de la economía social en Barcelona.

«Nunca había aprendido a improvisar, a fusionar… a encontrar soluciones imaginativas para no tirar comida«.

El reto anual del programa consiste en que las 14 participantes deben cocinar y planificar un «menú fusión» que incluye comidas propios del país de origen de cada una: «Food Relations para mí es un proyecto innovador y diferente, porque algo tan cotidiano como es la comida adquiere una importancia muy grande a la hora de conocer otras culturas como por ejemplo el árabe, que siempre me había llamado la atención pero nunca había tenido la oportunidad de descubrirla«, explica Mariel, originaria de Honduras, mientras prepara unas pupusas, que son unas pequeñas tortillas hechas con harina de maíz y quesillo, un queso muy popular en Latinoamérica. Mientras pasta las pupusas sobre la mesa y las pasa por la sartén, explica que ella es una apasionada de la cocina (y de la historia), pero que en todos los cursos y formaciones que ha hecho nunca había aprendido tantos trucos de aprovechamiento como al Food Relations: «nunca había aprendido a improvisar, a fusionar… a encontrar soluciones imaginativas para no tirar comida. ¡No sabía que se podía hacer paté de las hojas de una alcachofa! Otra de las cosas que me gustan de este programa es que tengo la oportunidad de aportar mis conocimientos y mi cultura a la vez que estoy aprendiendo cosas nuevas«.

Quien también muestra mucho entusiasmo por el intercambio cultural del programa es Guadalupe, originaria de Perú. Tiene 23 años, y aprovecha cada momento para expresar su entusiasmo por aprender nuevas habilidades: «estoy en una etapa de mi vida en la que quiero aprender muchísimo y, en materia de cocina, los talleres del Food Relations me han abierto la mente, hay tantas cosas que no sabía …!«; si bien su madre y su abuela le habían enseñado trucos para aprovechar la comida, no había pensado en el ahorro energético: «Las compañeras nos han dado muchos consejos que ahora aplico en casa y que me permiten ayudar al medio ambiente con gestos tan pequeños como poner a hervir un cazo«. Su aportación al menú es una causa limeña, un plato hecho de patata, pollo y verduras que, según Guadalupe, se inventó después de una guerra y ahora es un símbolo de reunión y concordia que actualmente se consume en celebraciones con amigos y / o familiares.

«Los talleres del Food Relations me han abierto la mente, ¡hay tantas cosas que no sabía…!»


Ambas participantes destacan el vínculo que se ha formado entre ellas y las demás participantes: «agradezco muchísimo la oportunidad de haber conocido a las otras chicas: ¡son estupendas!«, remata Mariel. Más allá de los conocimientos de cocina, las participantes intercambian sus experiencias vitales como mujeres y migrantes llegadas a un país donde desgraciadamente todavía se topan con muchas barreras; todas ellas ahora forman parte de una «familia» en la que las unas cuidan de otras.

Desde Espigoladors nos sentimos muy orgullosas de haber participado en este proyecto y agradecemos infinitamente a Food Relations, ABD y Can Batlló que hayan contado con nosotros en este proceso de empoderamiento y lucha por el aprovechamiento alimentario de estas mujeres valientes y geniales. ¡Esperamos con ganas la próxima edición!

Aprendizaje y Servicio para el aprovechamiento alimentario: transformación social desde la acción local y comunitaria

Aprendizaje y Servicio para el aprovechamiento alimentario: transformación social desde la acción local y comunitaria

Ponemos en marcha cuatro proyectos ApS con grupos de jóvenes para empoderarlos a crear intervenciones que reduzcan las perdidas y el desperdicio alimentario en su entorno local

Alumnas y alumnos del INS Costa i Llobera en una sesión del proyecto ApS

Buena parte del desperdicio alimentario que se produce a nivel doméstico, de la restauración y del pequeño comercio se podría evitar cambiando nuestros hábitos cotidianos. ¿Os imagináis que cambio más grande podríamos promover si consiguiéramos que todas las personas introdujéramos el concepto de aprovechamiento alimentario en nuestro día a día? Este es el reto al cual dan respuesta las jóvenes y los jóvenes que participan en los proyectos de Aprendizaje y Servicio (ApS) que la Fundación Espigoladors llevamos a cabo con el apoyo del Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Catalunya. Bajo el lema “Somos parte de la solución al desperdicio alimentario”, éstos promoverán acciones comunitarias que trabajen para la sostenibilidad ambiental y la justicia social.

Los ApS son proyectos educativos que combinan la formación de carácter teórico con la implicación, a través de la realización de un servicio, en la realidad social más cercana de las participantes. Así, a través del conocimiento en profundidad de una temática que genera una problemática social y/o ambiental, se crea una intervención que revierte en el conjunto de la comunidad. Son, pues, proyectos de compromiso con el entorno.

Por tercer año consecutivo, Espigoladors hemos puesto en marcha proyectos ApS con alumnos de educación secundaria que tienen ganas de trabajar para el aprovechamiento alimentario. Este año, estamos trabajando de nuevo con el INS Vila de Gràcia, y hemos sumado colaboraciones con tres nuevos centros educativos: el INS Olorda de Sant Feliu de Llobregat, el INS Costa i Llobera de Barcelona, y la Escuela Nuestra Senyora del Mar del Prat de Llobregat. ¡En total son más de 80 jóvenes que iniciarán proyectos locales para dar respuesta a una problemática global!

Pero ¿cómo podemos crear un proyecto comunitario que sensibilice a las vecinas y vecinos del barrio sobre la importancia de fomentar el aprovechamiento alimentario? En primer lugar, deberemos realizar una investigación exhaustiva de la problemática. A través de diversas sesiones, descubriremos que bajo las toneladas de alimentos descartados se esconde un conjunto de problemáticas ambientales, injusticias sociales y pérdidas económicas.

Alumnas y alumnos del INS Vila de Gràcia en una sesión de investigación de la problemática de las pérdidas y el desperdicio alimentario.

Cuando ya seamos expertas y expertos en pérdidas y desperdicio, tendremos que hacer una diagnosis para conocer nuestro entorno y las maneras como esta problemática se desarrolla en él. Para hacerlo, saldremos al barrio para convertirnos en investigadores e investigadoras y recoger toda la información que necesitamos para crear nuestras las intervenciones.

Las y los alumnos de la Escuela Nostra Senyora del Mar, que iniciaron el ApS durante el primer trimestre del curso escolar, ya han realizado esta diagnosis. En pequeños grupos han estudiado todos los puntos de la cadena alimentaria que se encuentran en su municipio. Así, han entrevistado a agricultores y agricultoras del Parque Agrario del Baix Llobregat, a pequeños comercios y supermercados, a bares y restaurantes del municipio, e incluso han observado cuál es la situación en el comedor de su centro.

Con toda la información recogida, ya podremos generar ideas para crear nuestros servicios y desarrollarlos, como están haciendo las y los alumnos del Prat. Desde Espigoladors tenemos muchas ganas de descubrir cuáles serán los proyectos que crearán los y las jóvenes de todos los centros con quienes trabajamos para incidir en su entorno. Pronto las daremos a conocer para que puedan servir de inspiración para otras iniciativas.

En definitiva, los ApS nos demuestran que a partir de la acción local y comunitaria podemos incidir en la transformación de una problemática global. Y es que, actuando de manera local, ¡podemos cambiar el mundo! Además, también evidencian que los y las jóvenes son un colectivo clave para promover cambios sociales y ambientales. Es imprescindible que escuchemos sus voces y que busquemos maneras de empoderarlos y empoderarlas, porque tienen una gran capacidad imaginativa para crear nuevos proyectos y movimientos que incidan en su comunidad y en el conjunto de la ciudadanía.

Con el apoyo de:

Una lectura crítica del nuevo informe sobre desperdicio alimentario publicado por el PNUMA

La Fundación Espigoladors propone una revisión de la metodología y la interpretación de los datos recogidos en el nuevo informe sobre desperdicio de PNUMA para poder avanzar hacia la construcción de soluciones transversales a esta problemática.

Una lectura crítica del nuevo informe sobre desperdicio alimentario publicado por el PNUMA

El desperdicio alimentario es un emergencia climática y social. El nuevo informe del PNUMA publicado esta misma semana de marzo muestra nuevos datos de la magnitud de esta problemática. Pero, aunque estos puedan sernos de utilidad para crear un marco conceptual de esta problemática, no deben eclipsar la necesidad aún latente de crear modelos transversales que trabajen en la prevención y reducción del desperdicio y de sus efectos sociales y ambientales.

La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas establece que “De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos por cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.”

Para la medición de la consecución de esta meta por parte de los Estados Miembros signatarios, se han diseñado dos componentes específicos. Uno medirá las pérdidas y otro el desperdicio. Las pérdidas se medirán con el Índice de pérdidas de alimentos, centrado en los alimentos que se descartan desde la producción en los campos, hasta el nivel minorista, sin incluirlo. Y el Índice de desperdicio de alimentos que incorpora los niveles minoristas y de consumo. La FAO es la encargada del desarrollo y medición del Índice de pérdidas, y a su vez, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el de desperdicio.

Celebramos que ayer día 4 de marzo de 2021 PNUMA publicara un primer informe sobre la situación mundial con respecto al índice de desperdicio alimentario. Para su elaboración, los investigadores e investigadoras revisaron los artículos publicados a nivel mundial hasta la fecha que incluyen datos cuantitativos del desperdicio generado en la distribución minorista, la restauración y los hogares. Estos datos han sido comparados con el concepto de desperdicio definido por el PUMA y con su calidad, que se ha estudiado teniendo en cuenta factores como el tamaño de la muestra, el método de medición utilizado o el alcance geográfico de los estudios. Con todo, han elaborado un análisis cualitativo de la calidad de los datos y han establecido recomendaciones para los Estados Miembros en su labor en la recogida de datos. Asimismo, también han realizado una estimación del desperdicio alimentario por país, y han comparado unos con otros.

Las principales conclusiones del artículo son las siguientes:

  • Se estima que en 2019 se han generado 931 millones de toneladas de residuos alimentarios entre la distribución y el consumo a nivel mundial.
  • Las cifras publicadas hasta el momento sobre desperdicio son inferiores a las obtenidas en este estudio del PNUMA. Éste señala que las cifras publicadas en 2011 por la FAO solo representan la mitad el desperdicio que se produce en las últimas etapas de la cadena alimentaria.
  • En el caso de España, el estudio estima que se están desperdiciando 77 kg por persona y año en los hogares.
  • Los datos publicados en este informe permitirán realizar estudios comparativos sobre la evolución de los Estados Miembro en materia de prevención y/o reducción de desperdicio alimentario. En 2022 se realizará una nueva extrapolación por países, que podrá compararse con los datos recogidos en este primer informe.
  • Piden a los Estados Miembros realizar estudios específicos de calidad con los que poder reportar el desperdicio alimentario generado.
  • Hay una gran falta de datos generalizada, y con los informes publicados las estimaciones no tienen una gran precisión. Hay que interpretarlas como un punto de partida, con el cual mejorar la toma de datos y situar el debate en la esfera pública y política.

A pesar de los avances alcanzados con este estudio, no podemos dejar de resaltar múltiples consideraciones que a nuestro parecer son importantes para interpretar de manera correcta las cifras recogidas en el informe del PNUMA y las conclusiones que emanan de éste.

Calidad de los datos:

En primer lugar, es importante poner sobre la mesa que los investigadores e investigadoras del PNUMA reportan de manera recurrente a lo largo del informe la incertidumbre existente en los datos existentes hasta la fecha sobre desperdicio alimentario. Además, posiblemente se han quedado fuera del análisis informes en lenguas distintas del inglés. Por ejemplo, en el caso de España, solo se ha utilizado una referencia cuando existen diferentes informes al respecto, entre los que se encuentra el Panel de desperdicio del Ministerio de Agricultura, que los estudia a nivel de hogares.

En segundo lugar, teniendo en cuenta las características del informe, desde Espigoladors consideramos que los datos recogidos no deberían interpretarse de manera precisa ni usarse para hacer comparaciones entre países. Eso sí, sin lugar a dudas, los datos tienen un gran poder para definir la magnitud de la problemática, que sin duda cuenta con grandes volúmenes y que deben reducirse urgentemente.

Interpretación de los datos y definición de “food waste”

El informe del PNUMA define “food waste” como “el alimento y sus partes no comestibles asociadas, retiradas de la cadena de suministros de alimentos humanos (en determinadas circunstancias); venta minorista, servicios de comida y hogares. Por retirados de la cadena de suministro de alimentos para humanos se entiende cada uno de los destinos finales: vertedero, combustión controlada, alcantarillado, basura / descartes / desperdicios, digestión co / anaeróbica, digestión de abono / aeróbica o aplicación al suelo.”

Los datos reportados en este informe consideran las partes comestibles y las no comestibles. Por tanto, sería más correcto hablar de residuos alimentarios y no de desperdicio alimentario, el término que generalmente se utiliza en lengua española. Somos conscientes que en los países de lengua latina utilizamos el término desperdicio alimentario o similares para referirnos a lo que en inglés es “food waste”, pero en este caso es muy importante tenerlo en cuenta, ya que se están considerando las partes no comestibles de los alimentos desechadas: huesos, pieles de frutas, etc.

Además, normalmente los estudios realizados por Europa y Norte América durante los últimos años centrados en los hogares han puesto el foco en la parte comestible de los alimentos. No hemos podido esclarecer si, en el informe, este factor se ha tenido en cuenta durante la extrapolación de los datos realizada en base a los datos existentes, y en la elaboración del ranking de niveles de desperdicio final por país.

Considerar las partes comestibles y no comestibles en todos los países del mundo para medir el índice de desperdicio puede servir para unificar métodos y estandarizar los datos. No obstante, habría que considerar los patrones alimentarios y la cultura alimentaria de los diferentes países. A modo de ejemplo, no es lo mismo que una familia cocine en casa pollo a partir de un pollo que despluma, deshuesa, etc.; a una familia que ingiere la misma cantidad de pollo pero lo compra en una bandeja monodosis. En el caso de la segunda familia, las plumas, huesos y partes no comestibles del pollo se habrían quedado en puntos anteriores de la cadena alimentaria, mientras que en el caso de la primera, estarían en su cubo de basura y serían consideradas desperdicio. Pasaría lo mismo con una familia que mayoritariamente consume productos pre-cocinados, pre-cortados, congelados, etc., pues teniendo en cuenta este índice acabará generando mucho menos residuos en el hogar que otra que compre producto fresco directamente de los productores y productoras.

Queremos resaltar que hay que interpretar el informe como un ejercicio teórico de extrapolación de datos, pero que hay que tener cautela en el momento de interpretar los datos, y así lo hacen los investigadores a lo largo de todo el informe. En este sentido, no creemos oportuno comparar Nigeria, que según el informe tiene un desperdicio de 189 kilos por habitante, con Estados Unidos con un dato de 59 kilos. En el caso de Nigeria existe un único estudio de referencia, y éste es un estudio elaborado en 2016 a tan solo 100 hogares para evaluar la generación de residuos en sus hogares.  

Meta 12.3

Nos sorprende que el PNUMA reconozca que el Índice de pérdidas y el Índice de desperdicio no sean agregables. Esto quiere decir, que se están dedicando cientos de horas de trabajo (más que necesarias sin duda) para acabar obteniendo unos datos parciales que serán incapaces de mostrarnos como están los diferentes países signatarios de los ODS en materia de pérdidas y el desperdicio a nivel de sistema agroalimentario.

El problema de las pérdidas y el desperdicio alimentario es un problema estructural del sistema agroalimentario, que no puede seguir tratándose de manera parcial analizando individualmente cada una de las etapas de la cadena alimentaria. Los volúmenes generados en una etapa pueden estar causados por comportamientos y decisiones de agentes que operan en otra, pues hay causas multifactoriales que no empiezan ni acaban con el cierre de una etapa.  Por lo tanto, ¿qué sentido tiene que una meta global de reducción de las pérdidas y el desperdicio no tenga un indicador conjunto?

Es necesario poner cifras a los volúmenes generados en cada etapa de la cadena, pero es urgente tener visiones y aproximaciones sistémicas en estas diagnosis si se quiere revertir el actual panorama.

Queremos también resaltar que las definiciones y conceptos usados por la FAO y PNUMA para pérdidas y desperdicio no son equivalentes a los utilizados en Europa. Así que pedimos que se interpreten los datos y resultados de ambos Índices con esta consideración. En definitiva, esta interpretación no agregada de las causas y teniendo en cuenta definiciones dispares puede generar confusión, y llegar a determinados actores o etapas de la cadena al tratarlo de manera aislada y no en su conjunto.

Cosificación de los alimentos

Nos sorprende que se incorpore una definición de “food surplus” (excedente de alimentos) que incluya los alimentos redistribuidos para consumo humano.  No sabemos si de manera consciente o no, pero el hecho es que pudiera parecer qué si no hay un intercambio monetario, este alimento ya pasa a ser un alimento de segundas. Desde Espigoladors consideramos que los alimentos son más que una simple mercancía o commodity, y deben ser considerados como un bien imprescindible para nuestra supervivencia y bienestar. El hecho de calificar de excedente a unos alimentos que han sido ingeridos por personas, sin entrar en de qué manera han llegado a éstas, es un claro indicativo de la necesidad de un enfoque más radical para atender a la emergencia climática y social que representan las pérdidas y desperdicio alimentario. Sin un cambio de mentalidad generalizada no se alcanzará la meta 12.3.  

Unimos fuerzas con el CETT-UB para fomentar el aprovechamiento alimentario y la alimentación sostenible

Establecer alianzas para combatir las pérdidas y el desperdicio de alimentos y para promover modelos alimentarios más sostenibles es uno de nuestros pilares como organización.

Unimos fuerzas con el CETT-UB para fomentar el aprovechamiento alimentario y la alimentación sostenible

Establecer alianzas para combatir las pérdidas y el desperdicio de alimentos y para promover modelos alimentarios más sostenibles es uno de nuestros pilares como organización.

En esa línea y con esa visión, hemos firmado un convenio de colaboración con el centro universitario de gastronomía y turismo CETT, adscrito a la Universidad de Barcelona. El objetivo del acuerdo es impulsar proyectos de prevención del desperdicio alimentario, así como actividades y acciones de sensibilización para fomentar dietas sostenibles y saludables entre la ciudadanía. Por otra parte, también se promoverá que el alumnado del CETT participe en nuestras actividades y que desarrolle estancias de prácticas en nuestro equipo.

El CETT-UB es el centro universitario de referencia de Turismo, Hotelería y Gastronomía y está adscrito a la Universidad de Barcelona.

Como una de las primeras colaboraciones, hemos recibido el asesoramiento del CETT, a nivel nutricional y gastronómico, en la elaboración de materiales de divulgación con el objetivo de promover el aprovechamiento alimentario en los hogares y hábitos de alimentación saludable. El resultado ha sido una colección de infografías impresas que hemos distribuido a varios puntos de distribución gratuita de alimentos del Área Metropolitana de Barcelona para fomentar el consumo de fruta y verdura entre las personas usuarias. Un proyecto que ha contado con el apoyo de la Diputación de Barcelona y que se enmarca, también, en nuestra lucha contra las situaciones de pobreza alimentaria.

Poner la alimentación en el centro es ahora más necesario que nunca. Para las personas, para el planeta.

Muestra de la algunas de las infografías diseñadas. El proyecto ha contado con el apoyo de la Diputación de Barcelona.

California también es espigadora

Espigoladors establece conexiones internacionales. Visita entidades espigadoras de los Estados Unidos, un territorio donde esta práctica está muy extendida.

California también es espigadora

Espigoladors viajamos a los Estados Unidos para conocer otras entidades espigadoras

Marc Farrés, responsable de espigamiento de la Fundación Espigoladors, en la localidad californiana de San Luis Obispo durante una espigada con Glean SLO.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado el 29 de septiembre Día Internacional de Concienciación sobre las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Este año se ha celebrado por primera vez, y la Fundación Espigoladors hemos organizado un conjunto de actos para celebrarlo.

Una de las acciones que hemos llevado a cabo es la puesta en marcha de la campaña internacional #WeAreGleaners (wearegleaners/fwlday). Hemos reunido más de una veintena de entidades espigadoras de todo el mundo con el objetivo de visibilizar y reivindicar el potencial del espigamiento como actividad de lucha contra las pérdidas y el desperdicio alimentario.

Nuestro trabajo en el marco internacional, eso sí, ya había empezado mucho antes. A inicios de este 2020, Marc Farrés, el responsable del área de espigamientos de nuestra Fundación, realizó un viaje muy especial por el estado de California, situado en la costa oeste de los Estados Unidos. La elección de la destinación tiene una explicación bien clara: en este país el espigamiento es una actividad muy consolidada, podemos encontrar más de trescientas entidades que se dedican a ello. California, además, es uno de los estados con más conreo de frutas y verduras, sobretodo en su plana central, y cuenta con más de cuarenta entidades espigadoras. Marc conoció a cuatro de ellas, con quienes compartió experiencias y aprendizajes.

Su ruta empezó por el norte de California, cerca de San Francisco. Al extremo sur de la bahía que baña esta famosa ciudad, encontramos la ciudad de San José, conocida como la capital de la zona de Silicon Valley. El gran número de empresas tecnológicas que desde los años 70 empezaron a instalarse en la región, ha propiciado un proceso de gentrificación con una presión urbanística muy fuerte que ha ganado terreno a la agricultura. Pero a pesar de la falta de campos de conreo, en esta zona casi todos los jardines particulares de las casas, los backyards, tienen árboles frutales. Craig Disrerens, un vecino de la zona que se dedicaba al mundo empresarial, un buen día empezó a preguntarse qué se hacía con toda la fruta de los jardines, y decidió cosecharla y elaborar mermeladas con un grupo de chicos y chicas de su barrio para aprovecharla. En 2001 hizo crecer su proyecto y creó Village Harvest, una entidad pionera de espigamiento de backyards. Actualmente a apartado la elaboración de mermeladas, pero con la ayuda de 6.000 voluntarias y voluntarios consigue espigar 100.000 kg de fruta, mayoritariamente cítricos, cada año.

Craig Disrerens, fundador de Village Harvest.

Sin alejarse demasiado de la costa, pero viajando muchos kilómetros hacia el sur, Marc llegó a la pequeña ciudad de San Luis Obispo, donde conoció el equipo de Glean Slo. Lo que hace especial a esta entidad nacida en 2010, es que actualmente forma parte del banco de alimentos de la ciudad; son sus proveedores de fruta y verdura fresca. Los alimentos que distribuyen los espigan de backyards y de cultivos hortofrutícolas. También recuperan alimentos de los mercados de payés (farmers market).

En Los Angeles Marc hizo una parada obligatoria, no podía irse de California sin conocer a Food Forward, una organización que con pocos años se ha convertido en todo un referente en Estados Unidos. La mayoría de los alimentos que recuperan, 7 millones de kg anuales, son del wholesale Los Angeles, el mercado mayorista de la ciudad. También espigan backyards y, de tanto en cuanto, algún campo de cultivo. Una organización que trabaja con cifras tan elevadas, necesita muchos voluntarios y voluntarias para poder funcionar: ¡cuentan con el respaldo de 20.700 personas, y canalizan alimentos a 30 Servicios de Distribución de Alimentos diferentes!

Marc Farrés a Los Angeles amb l’equip de Food Forward

Produce Good es la última entidad que Marc conoció. Están en Encenitas, una pequeña ciudad costera de la provincia de San Diego. Su actividad está centrada en el espigamiento de fruta en los backyards, y una vez a la semana acuden a 4 farmers markets. Marco quedó enamorado del entorno natural de sus oficinas: son una antigua granja envuelta de prados que han convertido en un espacio de trabajo compartido.

Con todos ellos y ellas, Marc pudo compartir la situación que vive el espigamiento en Cataluña. Les explicó nuestro modelo y cómo la actividad que llevamos a cabo es muy cercana al sector primario. A diferencia de las entidades estadounidenses, que eminentemente espigan backyards y farmers markets, aquí tenemos mucha relación con los agricultores y agricultoras y sus campos. Eso sí, a pesar de las diferencias, el objetivo de todas las entidades es el mismo: propiciar que los colectivos más vulnerables tengan acceso a una alimentación saludable, y crear una red ciudadana que actúe contra las pérdidas y el desperdicio alimentario.

Economía circular, zero waste y aprovechamiento alimentario, un triplete inseparable

Una colaboración de Bûmerang, una entidad Zero Waste de modelo circular. Hablan de la necesidad de reducir los residuos para construir un modelo más sostenible, y de su conexión con la lucha para el aprovechamiento alimentario.

Economía circular, zero waste y aprovechamiento alimentario, un triplete inseparable

Este artículo es una contribución de Bumerang, el bowl que vuelve

En 2015 estaba en una playa de Indonesia, había unas olas increíbles, pero mi vista no centraba en las olas, se centraba en los centenares de pedazos de plástico que había en la playa, un fenómeno que desgraciadamente también acontece en nuestro territorio. En ese momento, me di cuenta, que llevábamos muchos años haciendo las cosas mal, y que el reciclaje no nos sacaría de este problema.

¿Realmente queremos llenar nuestro Océanos de plástico? ¿Es esto lo mejor que sabemos hacer la, aún considerada, especie animal más inteligente del Planeta?

Antes de hablar de soluciones al plástico de monouso, hace falta entender por qué estamos metidos en este lío en primer lugar.

Diseñado para contaminar

La invención de los plásticos se remonta a principios del siglo XX, fue una revolución y ha ayudado a nuestras sociedades a prosperar en muchos aspectos y a llegar a sitios donde antes era impensable si no fuera por la ligereza y prestaciones que ofrecen algunos materiales creados a partir de plásticos.

No fue hasta mediados del siglo pasado, que los plásticos se comenzaron a utilizar para crear alternativas de un solo uso a objetos de consumo del día a día; como muestra este anuncio de 1955, los plásticos significaron un cambio de estilo de vida para la mayoría de las familias. De repente este nuevo material te permitía ser «más libre y tener más tiempo».

¿Quién hubiera pensado que su mayor virtud y la más celebrada, el hecho de que fueran «para tirar» sería al mismo tiempo el que llevaría a los envases de un solo uso de plástico al borde de la desaparición e incluso total prohibición?

La invención del reciclaje no llegó hasta más adelante, cerca de los años 70, cuando algunos grupos medioambientales comenzaron a señalar el hecho de que se tenía que implementar un sistema de reciclaje para estos materiales que ya comenzaban a acumularse de forma masiva en los vertederos de EEUU y Europa.

Entonces, si el reciclaje no nos va a ayudar a solucionar este problema, ¿cómo lo podemos hacer?

Economía circular

Hace aproximadamente 10 años que se oye a hablar mucho sobre un nuevo concepto, el de la economía circular. Y si hablamos de economía circular, eso significa que ahora estamos en una economía… lineal.

  • Extraer
  • Fabricar
  • Consumir
  • Tirar

Básicamente esto es lo que hemos estado haciendo durante los últimos 100 años de historia de la humanidad.

La economía circular se centra en mantener el valor de los materiales el máximo posible en el ciclo de producción, eso quiere decir, alargar al máximo la vida útil de los productos y al mismo momento crear sistemas que permitan recuperar todos los materiales de ese producto una vez quien lo ha comprado no lo necesite más. De esa forma evitamos que lleguen al vertedero e incentivamos a las empresas a diseñar para la longevidad y no para la obsolecencia programada.

La economía circular busca mantener el valor de los materiales el máximo de tiempo posible

Una empresa que trabaje los modelos de economía circular creará productos y servicios los cuales no crearán residuos al final de su ciclo de uso.

Partir del recurso desaprovechado

Otra forma de crear organizaciones basados en la economía circular es partir de un desecho que a día de hoy no se está aprovechando. Este es el caso de Espigoladors, el cual parte de la premisa que el 30% de la producción de comida munidial se desecha. Con esto como punto de partida trabaja con estos excedentes que el sector primario no puede comercializar a causa de las políticas estéticas y de precio, para darles valor, ya sea de forma no lucrativa a partir de donarlos a organizaciones benéficas o a partir de la creación de su producto es-imperfect®. Partir de un recurso desaprovechado y crear un producto de valor añadido es lo que también se conoce como «upcycling»

Zero Waste, la economía circular llevada al día a día

Pero todo esto suena muy bien para trabajarlo como organización o negocio, pero… ¿cómo lo hacemos para vivir de forma más circular en nuestro día a día?

De esa inquietud es donde nace el, ahora conocido, como movimiento zero waste, que busca minimizar al máximo los residuos que generan las personas en el día a día. Se calcula que un europeo común puede llegar a generar hasta 500kg de residuos al año. Eso significa que una ciudad como Barcelona estaría generando 750.000 toneladas de residuos al año 😧.

Y cualquiera que haya intentado minimizar sus residuos sabe lo difícil que puede ser y lo desesperanzador de intentarlo si no vas preparad@. Por suerte, cada vez es más la información que tenemos disponible online y también los servicios que nos quieren ayudar a que este objetivo sea cada vez más y más fácil. El movimiento ecologista es muy famoso por sus 3 siglas: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Nosotros creemos que hay que añadirle un par más antes: Rechazar y Repensar. Cuando sientas el impulso de «consumir» alguna cosa, pasa primero, detenidamente por cada una de ellas:

  • Rechazar: Primero de entrada siempre es No.
  • Repensar: Si realmente crees que no puedes sin ello, es hora de repensarlo
  • Reducir: En caso que realmente lo necesites, ¿cómo puedes hacerlo para que consuma o impacte lo mínimo?
  • Reutilizar: En caso de un objeto de consumo, ¿lo puedo usar en formato reutilizable?

Si antes de cualquier compra pasamos detenidamente por estos puntos, veremos que llevar una vida zero waste no es tan difícil como parece.

Nuevos servicios que nos ayudan

Al igual que Espigoladors implementando la economía circular, existen iniciativas de economía circular que buscan ayudar al ciudadano a vivir sin generar residuos. Es el caso de nuestra iniciativa Bûmerang, con la cual buscamos llevar al siglo XXI lo que nuestros abuelos tan bien sabían hacer, reutilizar. A día de hoy nos hemos vuelto una sociedad que va con prisa y que tiene poco tiempo, la comida del mediodía se ha vuelto algo rápido y con poco tiempo y la mayoría tiramos por la vía fácil de comprar algo ya preparado. Es muy frustrante saber que cada día, al comer, estás generando residuos. Una alternativa podría ser traerte tu tupper propio, pero también somos una sociedad oblidadiza y es por eso que hemos creado el Bûmerang, bowl que vuelve un servicio gratuito que está disponible en varios puntos de comida para llevar de la ciudad de Barcelona y donde podrás disfrutar tu plato para llevar en un envase reutilizable de forma 100% gratuita.

¿Cómo funciona?

A través de una app controlamos que retornes los Bûmerangs en menos de 15 días, el tiempo que dejamos que disfrutes de tu Bûmerang. Ese envase lo puedes retornar en cualquier otro punto de la red Bûmerang y puedes disfrutar de otro en cualquier momento en cualquier otro punto de la red, solo te pedimos que lo devuelvas en 15 días 🙂.

Cómo hemos visto, el reciclaje es una NO solución que, aunque importante seguir haciéndolo, no nos va a salir de este problema en el que estamos metidos. Si queremos solucionar el problema de los residuos, ya sea alimentarios, de envases o de la moda; necesitamos poner tod@s un poco de nuestra parte y apoyar las iniciativas como Espigoladors y Bûmerang que nos ayudarán, poco a poco, a ir doblando los extremos de esta economía lineal en la que vivimos para acabar convirtiéndola en una de 100% circular.

Sobre el autor: Oriol Segarra Pol es ingeniero industrial y cuenta con una larga trayectoria en el campo de la contaminación causada por el plástico y la economía circular. Actualmente es CEO de Bûmerang, empresa Zero Waste que creó el año 2019.

Para el medio ambiente, aprovechamiento

Para el medio ambiente, aprovechamiento

La Fundación Espigoladors celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente reivindicando la importancia del aprovechamiento alimentario

Las políticas estéticas que rigen el mercado alimentario tienen influencia en los colores de frutas y verduras. En los campos, el rango de colores de las zanahorias va desde el morado hasta el amarillo claro. En los comercios, en cambio, solemos encontrar exclusivamente las naranjas.

Cada vez que alguien habla del medio ambiente, la imagen más característica que se evoca son montañas verdes, bosques densos y ríos y lagos de agua cristalina. Cuando hablan de desastres ambientales, en cambio, estos parajes pasan a estar dañados. Las montañas dejan de ser verdes y se llenan de basura, los bosques arden, y el agua de los lagos y ríos pasa a ser marrón. También entre en juego, inevitablemente, el cambio climático y todos sus efectos: el deshielo de los polos, el agujero en la capa de ozono, y todo el conjunto de desastres naturales más extremos que provoca.

Por suerte, las reivindicaciones ambientales, especialmente aquellas relacionadas con el cambio climático, están en el orden del día. Los y las jóvenes de todo el mundo han alzado la voz para reclamar un modelo de organización socioeconómico más sostenible. Últimamente hemos vivido las primeras huelgas por el clima y sus manifestaciones multitudinarias, a las cuales se sumaban todos aquellos y aquellas que ya hace años que trabajan para conseguir un cambio de paradigma. Pese a la notoriedad de las reivindicaciones, muchas de las causas de los desastres ambientales y del cambio climático siguen siendo desconocidas o, como mínimo, pasan desapercibidas. Una de ellas son las pérdidas y el desperdicio alimentario, una problemática social ambiental a la cual la Fundación Espigoladors queremos dar respuesta a través de nuestra actividad. 

“Desperdicio”, decía la cocinera Ada Parellada, es una palabra que estamos aprendiendo a decir. Hace referencia a todos aquellos alimentos aptos para el consumo humano que se descartan a lo largo de la cadena alimentaria, desde el sector primario hasta la despensa de casa. El año 2011, la FAO calculó que anualmente se pierde y desperdicia un tercio de los alimentos que se producen a escala global. Un año más tarde, el estudio Fusiones acotó esta cifra a escala europea; en este territorio se tiran 88 millones de toneladas de alimentos. Y si queremos datos aún más locales, tenemos que fijarnos en el estudio que la Agencia de Residuos de Cataluña y la UAB realizaron el año 2012: solo teniendo en cuenta los sectores de la restauración, el comercio al detalle y el ámbito doméstico, se desperdician 35 kg de alimentos por persona y año.  

Estos calçots habían crecido tanto, que su productor no los pudo comercializar a causa de las políticas estrictas de calibre que rigen el mercado alimentario.

Las pérdidas y el desperdicio alimentario no son solo una problemática ambiental porque suponen la creación de residuos alimentarios, sino que tienen unas implicaciones mayores. Cuando un alimento se descarta, convierte en residuo todos los elementos utilizados en su producción, como el agua y la tierra. Además, contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero; se ha calculado que es el causante del 8% de estas emisiones a escala global. 

Como toda problemática ambiental, las pérdidas y el desperdicio alimentario tienen implicaciones sociales que debemos combatir. Es muy difícil no hablar sobre la contradicción que supone que esta problemática exista en un mundo donde cada vez son más las personas que no tienen garantizado el derecho a una alimentación sostenible. Aún así, debemos señalar que estas dos problemáticas no están correlacionadas, y que las dos están causadas por un sistema de mercado y organización social que no tiene en cuenta ni la justicia social ni la ambiental. 

Una de las implicaciones sociales más claras de las pérdidas y el desperdicio es la dificultad añadida que suponen para el sector primario cuando se trata de comercializar sus productos. Las pérdidas alimentarias que se originan en los campos del sector primario están causadas por un sistema de mercado que exige unos cánones estéticos y de calibre muy difíciles de cumplir, y que imponen unas políticas de precios severas. Este contexto dificulta que el sector primario pueda obtener un rendimiento de su trabajo, que a ojo de la sociedad va perdiendo poco a poco su valor y el de los alimentos. 

En los campos es habitual encontrar porros y zanahorias con esta forma. En los comercios, en cambio, no solemos verlos.

Es por todo eso que hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, queremos visibilizar las implicaciones que tienen las pérdidas y el desperdicio alimentario. Desde Espigoladors trabajamos día tras día para ponerle fin, porque queremos construir un modelo sostenible que tenga en cuenta la justicia social. Y porque queremos que este modelo valore el trabajo del sector primario, un agente esencial para el territorio, y los alimentos. Un modelo que, inevitablemente, parra por la circularidad: trabajamos aprovechando residuos, dotándolos de una segunda vida.  

Muchas gracias a todas las personas que habéis pasado a la acción para trabajar por el aprovechamiento alimentario y, especialmente, muchas gracias a todas las personas voluntarias y al sector primario comprometido. Seguimos creando red para el medio ambiente!

El final de la temporada comercial de las acelgas no siempre coincide con el final de temporada que se da en los campos del sector primario. Por eso Espigoladors cosechamos tantas.

Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes de apoyo mutuo nacidas a raíz de la Covid-19 para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Apoyo mutuo desde los barrios para hacer frente a la Covid-19

Espigoladors colaboramos con las redes autogestionadas nacidas a raíz de la crisis sanitaria para garantizar el derecho a una alimentación saludable a los colectivos más vulnerables.

Algunas redes de apoyo alimentario han venido a los campos del sector primario a recoger las frutas y verduras. Fotografía de Josep Lago

La actual crisis causada por el estado de emergencia de la Covid-19 ha puesto en evidencia, una vez más, el frágil e injusto sistema socioeconómico en el que vivimos. Un sistema que prioriza el crecimiento y el lucro económico, basado en las desigualdades sociales, en la precarización estructural y que no tiene en cuenta la emergencia climática. Una crisis que, una vez más, recae violentamente hacia las personas y colectivo más vulnerables y precarizados.

Muchas personas se están viendo abocadas a situaciones de extrema vulnerabilidad, unas situaciones que no paran de empeorar. Frente a esta realidad han emergido en tiempo récord varias iniciativas vecinales y de apoyo mutuo, desde la autogestión, para darle respuesta. Son un total de veinte redes de apoyo mutuo, a las cuales la Fundación Espigoladors hemos apoyado desde un inicio para contribuir a garantizar el acceso a una alimentación saludable de los colectivos más vulnerables. Muchas de estas iniciativas se han impulsado desde colectivos ya consolidados, como sindicatos de vivienda, redes vecinales, colectivos migrantes y antiracistas, que se han reinventado para dar respuesta a las necesidades sociales nacidas de este contexto. Otras iniciativas han aparecido con fuerza, de manera espontánea, gracias a la solidaridad vecinal.

La distribución de alimentos es una de las actividades esenciales de estas redes populares, siendo el acceso a la alimentación una de las necesidades más evidentes derivada de los impactos socioeconómicos de esta crisis sanitaria. De manera espontánea se han estructurado y organizado estas redes de apoyo alimentario, que han visto aumentar exponencialmente el número de familias atendidas, viéndose desbordadas al cabo de pocas semanas del inicio de la crisis. Actualmente hay veinte redes de apoyo alimentario en el área metropolitana de Barcelona, una cifra que evidencia que el acceso a la alimentación no es un derecho que esté garantizado para muchas personas y familias, poniendo en cuestión el sistema alimentario imperante.

Un compañero del Comité de Alimentos de Poble-sec lleva alcachofas espigadas a la Base, el espacio desde el cual esta red coordina las donaciones de alimentos. Fotografía de Josep Lago

Frente a esta realidad, desde Espigoladors hemos iniciado una colaboración con las diversas redes de apoyo alimentario, para contribuir y seguir trabajando de acuerdo con nuestro propósito: garantizar una alimentación digna y saludable para todas las personas, especialmente de aquellas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. De esta manera, canalizamos alimentos frescos de productores y productoras locales, así como otros productos que se descartan de los circuitos comerciales, y los hacerlos llegar a las distintas redes vecinales. Creemos que el derecho a la alimentación no debería reducirse a llenar barrigas, sino que debería garantizar una alimentación adecuada, digna y saludable para todas. La situación de emergencia social que estamos viviendo también ha hecho que estas redes, de manera extraordinaria, reciban alimentos frescos del Banco de los Alimentos.

El equipo de Espigoladors hemos gestionado las donaciones que el Banco d’Aliments ha realizado a las diversas redes.

El contexto de crisis evidencia, nuevamente, como las respuestas desde el apoyo mutuo son imprescindible cuando se trata de afrontar las realidades de una manera colectiva y solidaria, y de empezar a repensar nuestros modelos de producción y de consumo. Un momento de crisis como el actual pone de relieve la necesidad de cambios profundos y estructurales en la manera de vivir y organizarnos, y un elemento clave es repensar de qué manera nos alimentamos, como producimos lo que comemos y cómo hacer que la alimentación sea sostenible, adecuada y accesible para todas.

Durante estos meses hemos podido ver como muchos agentes se han agrupado y han trabajado en red para poder dar respuesta a las necesidades imperantes poniendo las personas en el centro, teniendo en cuenta sus necesidades y preocupaciones. Es un contexto que nos impulsa a aprender de los errores y de la experiencia para crear nuevos modelos que busquen la transformación social desde acciones locales que cuenten con una visión global.  

Canalización de 11.000 unidades de calçots a las redes de apoyo alimentario de Poble-sec, Gòtic, Raval y el Hospitalet.